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Desde ya hace unos años se habla y se escribe con insistencia de la crisis de las ciencias sociales y en especial la que viene aquejando al derecho. Algunos consideran que es un problema básicamente de carácter estratégico que habría que abordarlo reconociendo la crisis de los paradigmas dominantes. Por lo demás, esta crisis deriva en el defectuoso y precario sistema de conocimientos que subyacen en multiformes teorías y doctrinas que se airean en el ámbito académico.

En estos tiempos, en que la velocidad comunicacional todo lo globaliza, la cartografía racionalista del saber nos propone, ante esta crisis, una articulación del derecho con las disciplinas que forman parte de las ciencias sociales, acorde con el auge de nuevos modelos de conocimiento que plantean la exigencia de reinterpretar o recrear aquellos paradigmas. Ese impulso innovador por armonizar saberes podría conducirnos a un territorio transitable y ameno donde se acreciente el deseo no solo de aprender sino el de comprender las auténticas teorías o doctrinas jurídicas.

Sin duda alguna, los paradigmas actuales se encuentran entrampados en un filón en el que se privilegia el economicismo y la utilidad sobre el pensamiento riguroso, situación que ha precipitado a que muchos “teóricos” evadan o no conozcan las bases filosóficas de sus argumentos, circunscribiéndose a deletrear superficialmente un conocimiento impreciso que a la larga los hace caer en el vacío.

David Sobrevilla Alcázar, catedrático de esta casa de estudios, fallecido hace pocos meses – una pequeña y sentida nota aparece en este número en la sección cultural- sostenía que la filosofía entendida como competencia sirve para pensar y para pensar bien, que cuando nos habita, posibilita defendernos de las malas doctrinas o pseudo teorías que pululan en los ambientes académicos.

La filosofía de la política, del derecho, de la economía, de la antropología o de cualquier especialidad, impulsa a esa integración de saberes porque la filosofía exhibe como cualidad la de ofrecer una gama de sistemas coordinado y coherente de conceptos y proposiciones que permite entender las circunstancias y las perspectivas de la especificidad de nuestras preocupaciones para esclarecer y precisar conocimientos en términos totalizantes.

Nada de esto es ajeno a la universidad, el auténtico conocimiento que se quiere adquirir deberá ser producto de un extenuante proceso de estudio de los diversos campos académicos; sin lugar a dudas, este tipo de prácticas traería como consecuencia una frontal colisión con los actuales paradigmas, no queda otro remedio. No olvidemos que uno de los elementos fundantes y esenciales de la institución universitaria es precisamente la universitas, esto es, la universalización y articulación de los saberes.

Cambiando de partitura y para finalizar, este año hemos logrado un record que merece ser puesto de manifiesto, esta revista ha superado largamente los 14,500 visitantes y a todos ellos y a la familia sanmartiniana, cuando a pocos días se acerca la fecha del nacimiento del primogénito entre los hombres, el Director del Instituto de Investigación Jurídica así como de todo el personal que lo integra, deseamos vivamente brindarles nuestros mejores augurios y plácemes para que todos los días del próximo año la Navidad sea todo en todos nosotros.

 

Dr. Jorge Godenzi Alegre    
Editor    
     
 

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