CULTURA
 
LOS AMANTES DE TERUEL
 
Este canto no ha hecho sino cantar de distinta manera una única copla que es tan antigua como la noche y tan persistente como el universo, que nos recuerda que el amor es hermoso, sólo mientras duran el contraste y el deseo; después, todo es debilidad y costumbre. Los amantes de Teruel, irradian en la intemporalidad esa disparidad del amor con la vida. Nos hace recordar, sin embargo, que el hombre y la mujer son el objetivo supremo de todos los contratos sociales. Como diría Erich Fromm, la verdadera libertad y la independencia y el fin de todas las formas del poder explotador son las condiciones para la movilización del amor a la vida, única fuerza capaz de vencer el amor a la muerte.

Amantes de Teruel / Montrealais/ España

En este hermoso mausoleo yacen las momias de Juan de Marcilla e Isabel de Segura, dos jóvenes que vivieron en el Teruel del siglo XIII y que protagonizaron una historia de amor digna de leyenda. Sus momias fueron descubiertas en 1955 y, junto a ellas, un antiguo documento que recogía el suceso que a continuación se explica. Los dos amantes reposan bajo un precioso conjunto escultórico de Juan de Ávalos. Cuenta la tradición que los dos jóvenes se enamoraron a temprana edad. Ella, Isabel, era hija de un rico vecino de Teruel, pero él, Juan, carecía de bienes y no podía tomar por esposa a la chica. Aunque Juan pidió matrimonio a Isabel, ésta se negó porque quería que el matrimonio fuera bendecido por su padre.

Así las cosas, acordaron que Juan partiría a tierras extranjeras para hacer fortuna para que el padre de ella le aceptase, y que Isabel le esperaría por un periodo de cinco años a que él volviera. Durante esos cinco años el padre de Isabel quiso casar a la niña, pero ella pudo evitarlo alegando diferentes excusas. Cumplido el plazo y teniendo ella 20 años de edad, viendo que Juan no llegaba a su encuentro, Isabel se casó con otro hombre. Poco después Juan llegó, y entró en su casa, sorprendiéndola de noche. Pidió un beso a la chica, pero ella se negó, diciendo que ya tenía marido y que se buscase a otra.

El joven le pidió de nuevo un beso, y la chica volvió a negárselo, y en ese momento, Juan cayó muerto de dolor. Isabel no podía explicarse lo sucedido y se sentía muy culpable, así que decidió que daría un último beso a Juan cuando él estuviera en el lecho de muerte. En el velatorio del chico ella se acercó al cadáver y de tan fuerte que lo besó, murió cayendo su cuerpo encima del de Juan. En definitiva, la leyenda dice que murieron de amor. (Fuente: Enciclopedia Británica)

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